El campeón de Europa de orientación venía de ganar esta competición tras superar la prueba definitiva de su especialidad. Fue llevado a un bosque de 10.000 hectareas, en el que se le colocó con los ojos tapados, y fue capaz de llegar a su casa en 20 minutos.
«El trofeo, el champán, se me subió a la cabeza y se me calentó el pico. Dije que sería capaz de salir de cualquier IKEA del mundo, me pasé de la raya, lo reconozco. Estoy en forma y seguramente soy el mejor, pero no estoy preparado para salir de un IKEA sin ayuda, tengo que seguir entrenando y mejorando».
Tras 15 horas la policía tuvo que acceder al recinto, con cuerdas atadas a la cintura, para poder volver a salir cuando encontraran al deportista, que se encontraba ya en estado de deshidratación. «Intentó seguir las flechas pero acababa una y otra vez en la sección de cocinas, estaba empezando a perder la razón», decía uno de los agentes. Eso sí, el atleta aprovechó para comprar un juego de vasos y un cojín «que me hacían mucha falta».
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